Permaneced en Él - Mantenerse fieles a Cristo en los últimos días

En estos tiempos turbulentos, es crucial que los creyentes se mantengan vigilantes y arraigados en la verdad de Cristo. Vivimos en lo que la Biblia llama "los últimos días"; no necesariamente el fin inmediato de los tiempos, sino la era entre la ascensión de Cristo y su eventual regreso. Durante este período, nos enfrentamos a un aluvión constante de falsas enseñanzas y engaños que amenazan con desviarnos.
El apóstol Juan advirtió sobre este mismo peligro en su primera epístola. Habló del surgimiento de "anticristos": no solo una figura futura, sino muchos que se oponen a la verdad sobre Jesús. Estos engañadores a menudo surgen de dentro de la propia iglesia, tergiversando las Escrituras e introduciendo herejías sutiles que pueden desviar a los creyentes.
Pero ¿cómo podemos reconocer estas falsas enseñanzas? Juan ofrece una prueba de fuego crucial: cómo tratan la persona y la obra de Cristo. Cualquier doctrina que menoscabe la divinidad de Jesús, niegue su encarnación o altere el mensaje del evangelio de salvación solo por la fe debería ser motivo de alarma. Como escribió Juan,
A lo largo de la historia de la iglesia, hemos visto este patrón repetirse. Desde las primeras herejías gnósticas hasta las sectas modernas, los falsos maestros intentan continuamente redefinir a Jesús y distorsionar el evangelio. Pueden afirmar revelaciones especiales, añadir a las Escrituras o presentar una "nueva" comprensión que apela a la sabiduría humana, pero contradice la Palabra de Dios.
Considere algunos ejemplos:
- Los mormones enseñan que Jesús fue un ser creado, hermano de Lucifer, que alcanzó la divinidad.
- Los testigos de Jehová afirman que Jesús es el arcángel Miguel, no verdaderamente divino. Algunos grupos enseñan que Jesús fue simplemente un hombre sobre quien descendió temporalmente el "espíritu de Cristo".
Estas ideas pueden parecer nuevas, pero son simplemente herejías antiguas recicladas, disfrazadas con ropajes modernos. Todas comparten un denominador común: disminuir la verdadera naturaleza de Cristo y añadir obras humanas o conocimiento especial al sencillo evangelio de la gracia.
Entonces, ¿cómo pueden los creyentes protegerse de tales engaños? Juan da la respuesta,
El Espíritu Santo ilumina la Palabra de Dios en nuestros corazones y mentes, guiándonos a toda la verdad. Cuando nos mantenemos conectados con Cristo a través de la oración, el estudio de las Escrituras y la comunión con otros creyentes, desarrollamos discernimiento espiritual para reconocer las falsas enseñanzas.
Es vital comprender que el cristianismo no se trata de alcanzar un plano superior de existencia ni de descubrir conocimientos secretos. El evangelio es hermosamente simple, pero profundamente poderoso: Somos pecadores que necesitamos un Salvador. Jesucristo, completamente Dios y completamente hombre, vivió la vida perfecta que nosotros no pudimos, murió la muerte que merecíamos y resucitó para ofrecernos vida eterna mediante la fe en Él.
Esta verdad nos transforma de adentro hacia afuera. Al permanecer en Cristo, el Espíritu Santo produce fruto genuino en nuestras vidas: amor, gozo, paz, paciencia y más. Nuestra obediencia fluye de la gratitud y el amor, no del deseo de ganar la salvación.
Debemos ser cautelosos con cualquier enseñanza que añada algo a este sencillo evangelio o presente un camino diferente hacia Dios.
En estos últimos días, tenemos la responsabilidad de "contender ardientemente por la fe que una vez fue confiada al pueblo santo de Dios" (Judas 1:3 NTV).
Esto significa:
Nuestro destino eterno no depende del conocimiento secreto ni de las prácticas religiosas, sino de nuestra relación con Jesucristo. Él es la piedra angular de nuestra fe, el autor y consumador de nuestra salvación. Cuando permanecemos firmemente arraigados en Él, ninguna falsa enseñanza podrá quebrantarnos.
Comprometámonos a profundizar en la Palabra de Dios, permitiendo que el Espíritu Santo ilumine sus verdades en nuestros corazones. Que seamos una generación que se mantenga firme en la fe, resistiendo la marea del engaño y guiando a otros hacia la verdad inmutable de Cristo.
En un mundo de arenas movedizas e ideologías contrapuestas, Jesús sigue siendo la roca sólida sobre la que podemos edificar nuestras vidas. Al permanecer en Él, encontramos no solo protección contra el error, sino también la vida abundante que Él prometió. Aferrémonos a Cristo, nuestro fundamento seguro, y hagamos brillar su luz en estos últimos días.
El apóstol Juan advirtió sobre este mismo peligro en su primera epístola. Habló del surgimiento de "anticristos": no solo una figura futura, sino muchos que se oponen a la verdad sobre Jesús. Estos engañadores a menudo surgen de dentro de la propia iglesia, tergiversando las Escrituras e introduciendo herejías sutiles que pueden desviar a los creyentes.
Pero ¿cómo podemos reconocer estas falsas enseñanzas? Juan ofrece una prueba de fuego crucial: cómo tratan la persona y la obra de Cristo. Cualquier doctrina que menoscabe la divinidad de Jesús, niegue su encarnación o altere el mensaje del evangelio de salvación solo por la fe debería ser motivo de alarma. Como escribió Juan,
"¿Y quién es un mentiroso? El que dice que Jesús no es el Cristo. El que niega al Padre y al Hijo es un anticristo." (1 Juan 2:22 NTV)
A lo largo de la historia de la iglesia, hemos visto este patrón repetirse. Desde las primeras herejías gnósticas hasta las sectas modernas, los falsos maestros intentan continuamente redefinir a Jesús y distorsionar el evangelio. Pueden afirmar revelaciones especiales, añadir a las Escrituras o presentar una "nueva" comprensión que apela a la sabiduría humana, pero contradice la Palabra de Dios.
Considere algunos ejemplos:
- Los mormones enseñan que Jesús fue un ser creado, hermano de Lucifer, que alcanzó la divinidad.
- Los testigos de Jehová afirman que Jesús es el arcángel Miguel, no verdaderamente divino. Algunos grupos enseñan que Jesús fue simplemente un hombre sobre quien descendió temporalmente el "espíritu de Cristo".
Estas ideas pueden parecer nuevas, pero son simplemente herejías antiguas recicladas, disfrazadas con ropajes modernos. Todas comparten un denominador común: disminuir la verdadera naturaleza de Cristo y añadir obras humanas o conocimiento especial al sencillo evangelio de la gracia.
Entonces, ¿cómo pueden los creyentes protegerse de tales engaños? Juan da la respuesta,
"Ustedes han recibido al Espíritu Santo, y él vive dentro de cada uno de ustedes, así que no necesitan que nadie les enseñe lo que es la verdad. Pues el Espíritu les enseña todo lo que necesitan saber, y lo que él enseña es verdad, no mentira. Así que, tal como él les ha enseñado, permanezcan en comunión con Cristo." (1 Juan 2:27 NTV)
El Espíritu Santo ilumina la Palabra de Dios en nuestros corazones y mentes, guiándonos a toda la verdad. Cuando nos mantenemos conectados con Cristo a través de la oración, el estudio de las Escrituras y la comunión con otros creyentes, desarrollamos discernimiento espiritual para reconocer las falsas enseñanzas.
Es vital comprender que el cristianismo no se trata de alcanzar un plano superior de existencia ni de descubrir conocimientos secretos. El evangelio es hermosamente simple, pero profundamente poderoso: Somos pecadores que necesitamos un Salvador. Jesucristo, completamente Dios y completamente hombre, vivió la vida perfecta que nosotros no pudimos, murió la muerte que merecíamos y resucitó para ofrecernos vida eterna mediante la fe en Él.
Esta verdad nos transforma de adentro hacia afuera. Al permanecer en Cristo, el Espíritu Santo produce fruto genuino en nuestras vidas: amor, gozo, paz, paciencia y más. Nuestra obediencia fluye de la gratitud y el amor, no del deseo de ganar la salvación.
Debemos ser cautelosos con cualquier enseñanza que añada algo a este sencillo evangelio o presente un camino diferente hacia Dios.
Jesús le contestó,
—Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí.. (Juan 14:6 NTV)
No hay atajos, ni fórmulas secretas, ni niveles ocultos de espiritualidad que alcanzar. Todo se trata de una relación con el Cristo vivo.
En estos últimos días, tenemos la responsabilidad de "contender ardientemente por la fe que una vez fue confiada al pueblo santo de Dios" (Judas 1:3 NTV).
Esto significa:
- Conocer a fondo las Escrituras. No podemos reconocer las falsificaciones si no conocemos la verdad.
- Ser parte de una comunidad local que cree en la Biblia. Dios nos diseñó para crecer juntos, agudizándonos mutuamente en la fe.
- Poner todo a prueba con la Palabra de Dios. Incluso los maestros populares o las señales aparentemente milagrosas deben alinearse con las Escrituras.
- Cultivar una relación profunda y personal con Cristo. Cuanto más lo conocemos, menos probable es que nos dejemos engañar por imitaciones.
- Mantenernos humildes y dispuestos a aprender. El orgullo a menudo conduce al engaño, pero un corazón humilde busca la verdad de Dios. Al afrontar estos tiempos difíciles, recordemos la exhortación de Juan,
"Y ahora, queridos hijos, permanezcan en comunión con Cristo para que, cuando él regrese, estén llenos de valor y no se alejen de él avergonzados. (1 Juan 2:28 NTV).
Nuestro destino eterno no depende del conocimiento secreto ni de las prácticas religiosas, sino de nuestra relación con Jesucristo. Él es la piedra angular de nuestra fe, el autor y consumador de nuestra salvación. Cuando permanecemos firmemente arraigados en Él, ninguna falsa enseñanza podrá quebrantarnos.
Comprometámonos a profundizar en la Palabra de Dios, permitiendo que el Espíritu Santo ilumine sus verdades en nuestros corazones. Que seamos una generación que se mantenga firme en la fe, resistiendo la marea del engaño y guiando a otros hacia la verdad inmutable de Cristo.
En un mundo de arenas movedizas e ideologías contrapuestas, Jesús sigue siendo la roca sólida sobre la que podemos edificar nuestras vidas. Al permanecer en Él, encontramos no solo protección contra el error, sino también la vida abundante que Él prometió. Aferrémonos a Cristo, nuestro fundamento seguro, y hagamos brillar su luz en estos últimos días.
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